Se nos ha colado un intruso. Un desconocido con el que nadie había contado y que se ha instalado sin permiso en la realidad del planeta. Un planeta que a su vez convulsiona, avisando de que algo va mal. ¿Qué sentido puede tener para la conciencia humana el caos que está generando el coronavirus?
Dicen los astrólogos serios que este año 2020 es un año bisagra. Un tiempo extraordinario en el que las energías planetarias modificarán las estructuras de nuestro mundo que necesitan una transformación. Algo así como si el destino planeara para nosotros una realidad distinta y queramos o no, debamos aprender a construirla. Dicho de otro modo: el examen de ser conscientes se nos echa encima.
Si el coronavirus es el invitado del universo para demoler nuestras zonas de confort, deberíamos recordar ahora más que nunca, que cualquier experiencia, por difícil que sea, tiene algo que enseñarnos. Además del altísimo y doloroso precio que nos está cobrando la enfermedad en vidas humanas, las consecuencias del coronavirus son también el miedo, la incertidumbre, el aislamiento, los cambios en la convivencia, la pérdida de recursos, las consecuencias económicas, sociales, etc. Todos ellos son los retos que debemos afrontar.
El coronavirus nos está obligando a cambiar el paso, a vivir más despacio, a tener compasión por los demás, a valorar nuestra responsabilidad y el impacto de nuestras conductas, a tener más conciencia sobre la salud, a afrontar nuestros miedos, a convivir con la incertidumbre más que nunca.
Si el destino tiene previsto que evolucionemos hacia un mundo más cooperativo, con una mirada hacia la Vida, hacia el planeta y hacia los seres que la habitamos, será esencial que despertemos del letargo y la inconsciencia que venimos cultivando. Es el momento de poner nuestro esfuerzo en mejorar la vida de todos y de todo.
¿Qué necesitamos para pasar la prueba?
La capacidad creativa de la Vida es infinita y completamente capaz de reinventar nuestra realidad. Vamos a necesitar serenidad, inteligencia, confianza y conciencia. La vida nos pone a prueba para que nuestros recursos psíquicos se despierten y nos proporcionen soluciones ingeniosas con las que edificarnos de nuevo.
¿Qué podemos hacer individualmente?
Además de contemplar las medidas que benefician a la globalidad y ser cooperativos, necesitamos inteligencia para definir la nueva realidad que este caos nos plantee en lo personal.
Es inteligente aprovechar este tiempo para poner en limpio lo que ya no sirve, reflexionar sobre el miedos que a cada uno le despierte toda esta situación, resolver el reto que la vida te presenta, transformar lo que te impide vivir una realidad afín a tus valores personales, descubrir qué te importa realmente más allá del materialismo, dar sentido al camino que has elegido, a las relaciones que vives, cambiar las estructuras viejas sobre las que ya no puedes seguir creciendo.
Nadie invitó al coronavirus, pero ha venido para quedarse y no podemos ignorarlo. El caos y la crisis pueden ser una oportunidad, aunque cueste aceptarlo en unos momentos tan complicados como los que vivimos estos días. Nada ocurre por casualidad. Si la realidad que conocemos se tambalea, es porque toca cambiarla y porque podemos hacerlo. Alimentar la salud significa por encima de todo, ser conscientes de lo que debemos liberar y transformar en nuestras vidas.
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