El tubo digestivo pone de relieve nuestra conexión con el presente.
Digerir es materializar en tiempo presente la famosa frase “somos lo que comemos” . Cada alimento, cada bebida que ingerimos, formará parte de nosotros en mayor o menor medida, transcurridas de 24 a 72 horas. Digerimos los alimentos, pero también las experiencias que vivimos el día a día. La digestión es un proceso que empieza al masticar y tragar el alimento, continúa transformándolo, absorbiendo sus nutrientes y eliminando lo que no sirve. Si la alimentación es clave para la salud, aún lo es más el trabajo diario que realiza este fascinante tubo, tanto en lo relativo a la salud física como anímica.
Los alimentos viajan a través del tubo digestivo, igual que lo hacen las emociones que nos acompañan en ese momento. No podemos evitar sentir y percibir la vida a través de nuestros sentidos, lo que implica una interpretación y una respuesta emocional más o menos consciente. Esta íntima relación entre lo que nos alimenta física y emocionalmente se va a expresar a través de la digestión y el proceso digestivo.
Una vía interna con dos conexiones al exterior, una de entrada y otra de salida.
Su buen funcionamiento permite que lo que ingerimos llegue realmente a nutrirnos.
- Entrada: boca, labios, dientes, faringe y esófago. Función: digerir azúcares, masticar y tragar
- Vía: estómago, duodeno, hígado, vesícula biliar y páncreas. Función: batir, emulsionar y digerir
- Vía: intestino delgado, vasos linfáticos abdominales y vena porta. Función: asimilar los nutrientes que se han digerido.
- Salida: intestino grueso, recto y ano. Función: eliminar los residuos.
El trayecto vital
Todo empieza en el nacimiento. Entramos en la vida física dotados de un cuerpo con un tubo digestivo aséptico, sin flora bacteriana. Igualmente, nuestra mente no recuerda nada, de manera que aterrizamos de cabeza en el viaje de la vida desmemoriados y con un sistema inmunológico incompetente
Sabemos lo importante que es la alimentación durante la lactancia y la infancia para el desarrollo del niño. Por ejemplo, es muy interesante observar que, en condiciones normales, el contacto con los alimentos y con los agentes externos permite que el sistema inmunológico del bebé madure adecuadamente.
Desde la perspectiva psicológica ocurre algo similar ya que el contacto y vínculo del niño con la madre, el padre o los cuidadores son factores determinantes en el desarrollo afectivo y de su carácter.
Es obvio que alimentamos nuestra personalidad al mismo tiempo que nuestro cuerpo y nuestra mente. El sistema digestivo y la pisque están conectados. Digerir no es solo tarea del tubo digestivo, también debemos contemplar la aceptación, digestión, asimilación y eliminación de los impactos psíquicos que nos causan las experiencias diarias.
El malestar en el tubo digestivo
Cuando el alma duele, el cuerpo lo expresa con su idioma particular. El dolor o el malestar no son solo físicos. Puede que no nos demos cuenta, pero existe una conexión que podemos desvelar, comprender y sanar.
El proceso digestivo es una metáfora de la capacidad que tenemos de procesar las emociones que experimentamos en el presente. Ello incluye la cantidad de cuestiones del pasado que estemos rumiando en nuestros pensamientos.
- Abrir la boca para comer y recibir los alimentos en el estómago, representa la aceptación de lo que vivimos / sentimos.
- Digerir en el estómago y el intestino, incorporar los nutrientes al organismo, son analogías del aprendizaje y asimilación de las experiencias que estamos viviendo o reviviendo.
- El trabajo de la porción final del intestino grueso es también una perfecta metáfora de lo necesario que resulta extraer sólo la esencia de cada vivencia. Sólo así, podremos pasar página y eliminar lo que ya no nos es útil.
¿Cómo asimilamos las experiencias de la vida?
Las dificultades para tragar, digerir y asimilar las situaciones que vivimos, se reflejan en el malestar digestivo. En general, la alimentación se vincula especialmente con los aspectos materiales de la vida. Materia y energía son afines. De algún modo la energía mental se materializa. Nuestras emociones pueden llegar a ser intensas cargas de energía que se reflejan en el cuerpo.
Te propongo empezar a mirar con otros ojos tus digestiones. En nuestro próximo artículo trataremos estos conceptos más ampliamente, pero aquí te dejo algunas observaciones que la Naturopatía detecta en relación con el sistema digestivo.
- La cavilación, la reflexión excesiva, la preocupación constante, el sentimiento de no poder hacerse con una situación, se asocian con un exceso de secreciones ácidas del estómago (hiperclorhidria).
- La reducción de la memoria, la falta de concentración, la obsesión como conducta inhibida, se asocian a un déficit de secreciones ácidas del estómago y su consiguiente dificultad para digerir los alimentos (hipoclorhidria).
- Los sentimientos de rabia, cólera, odio, resentimiento, frustración, celos, están vinculados con la pesadez después de las comidas, el estreñimiento y la diarrea, así como la mala digestión y los gases. Suelen ir acompañados de contracturas y dolores musculares (relación intestino – hígado – vesícula biliar – sistema muscular).
- La irritación, inflamación, la hipersensibilidad y la alergia son con frecuencia la respuesta a un entorno o una situación que se vive como imposible de digerir (física y emocionalmente).
- La disbiosis intestinal, la candidiasis, la inflamación de la mucosa intestinal, el estreñimiento, además de responder a desequilibrios alimentarios, tienen una vinculación a emociones como la culpa, los sentimientos de rechazo y las descargas anímicas.
Estas son algunas de referencias en relación con la expresión psicosomática del aparato digestivo que sostienen las técnicas naturales, consideradas como alternativas o complementarias a las terapias convencionales.
Reparar en los aspectos psicoemocionales relacionados con el aparato digestivo, puede contribuir especialmente a su equilibrio.
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Procesos de naturopatía y técnicas alternativas psicológicas.
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