Detrás de las modernas armaduras impuestas para protegernos supuestamente de un despiadado e invisible contagio, la sonrisa está de baja.
Paseamos mirando al suelo, como si la esperanza se nos hubiera caído rodando. Se nos ha contaminado el mundo de gris y abundan los paisajes de ciudades rotas por una distancia que no asegura otra cosa que dolor y separación de sus gentes.
Pero, bajo una filosofía de vida que promete un aprendizaje y una evolución detrás de cada obstáculo superado, ¿qué sentido tienen los límites y las restricciones que estamos viviendo? ¿Estas mascarillas, esta obligatoria separación de los que queremos y esta absurda batalla de informaciones que nos aplastan diariamente?
A pesar de la tristeza y de la rabia que prenden en nosotros las sombrías circunstancias, en mi empeño por hallar el sentido positivo de la adversidad, encontré algunas respuestas en la sopa cósmica del mundo de las ideas…
Creo que enfundados en las bufandas del silencio que borran las sonrisas del rostro, estamos aprendiendo a usar los ojos para expresarnos. Y ¿no son acaso los ojos el espejo del alma?
Creo que separados por el metro y medio de seguridad, estamos descubriendo cómo abrazar el alma sin rozarnos un pelo. Y ¿no es acaso ese el roce de lo sublime?
Creo que agotados de escuchar informaciones que enturbian la paz del más optimista, estamos obligados a escuchar la intuición para calmar la incertidumbre. Y ¿no es acaso esencial descubrir nuestra brújula interior para guiar los sueños?
Los límites suelen aparecer cuando las cosas dejan de funcionar y necesitan irremediablemente un cambio. Tal vez la humanidad y por tanto cada uno de nosotros, haya llegado a un límite de algo en su vida particular y ahora toque superarse.
¿Es el momento de quitarnos la máscara que cubre la insatisfacción profesional, la falta de valores auténticos, el exceso de materialismo, la pobreza de amor, la pelea por lenguaje, la ausencia de pasión, el moho en las relaciones, las costumbres que saben a imposición, la repetición de patrones que nos siguen dejando secos en la zona de confort?
Tomar conciencia de lo que estamos haciendo con nuestras vidas es algo muy importante porque de ello depende nuestra fortaleza física, nuestro bienestar emocional y nuestro equilibrio psíquico. Y de la suma de la conciencia individual de cada uno de nosotros, dependerá la ecología de nuestro entorno y por tanto su Salud.
Puede que sin habernos dado cuenta, la humanidad lleve máscaras puestas desde hace demasiado tiempo. Máscaras que no protegen de nada, sino que nos alejan de nosotros mismos.
Puede que haya llegado el momento de descubrirte, de lucir tu verdadero potencial, tu deseo de hacer y entregar a la vida lo mejor de ti, de acabar con lo que no puede seguir creciendo más y dar espacio a que surja lo nuevo.
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