¿Puede ser la enfermedad un camino de vuelta a la salud? Parece un contrasentido, pero realmente la enfermedad es una alteración del estado natural del organismo a través del que trata de volver a su equilibrio interno (homeostasis). Este es el concepto que la Medicina Natural tiene sobre la enfermedad y la salud.
Las terapias naturales apuestan por la capacidad autocurativa del organismo, confiando en la interacción mente-cuerpo y relacionando a la persona con su entorno. Este es un enfoque holístico, integrativo, que apuesta por atender la enfermedad teniendo en cuenta los aspectos puramente físicos, los emocionales y las respuestas que la persona afectada está dando a la realidad que vive.
Considerásemos que lo que duele, se inflama o se altera en el organismo, es realmente un mensaje de nuestro yo más íntimo a través del cuerpo, con un lenguaje propio que expresa y manifiesta cómo está afectándole la experiencia que se vive en el presente, ya sea de una forma consciente o inconsciente.
Plantear los síntomas corporales como mensajes dirigidos a nuestra conciencia, nos da más posibilidades para liderar nuestra salud, con una actitud responsable frente a nuestros hábitos de vida, de pensamiento, nuestras emociones, nuestras relaciones y el nivel de conciencia sobre todo ello.
Con este enfoque, entendemos que la enfermedad es una metáfora, un mensaje personal para quien la padece. Nuestros síntomas y padecimientos físicos hablan de lo que nos pasa en el interior. Las emociones retenidas afloran en el cuerpo que se expresa como sabe: inflamando, doliendo, ulcerando, degenerando, en definitiva, provocando la llamada de atención urgente y necesaria para sanar. Los sufrimientos corporales y mentales son un reflejo de las emociones que experimentamos.
Por supuesto que encontraremos siempre el correlato físico para explicar lo que ocurre (virus, bacterias, desequilibrios hormonales, alteraciones, etc.), y debemos atenderlo adecuadamente. Pero la etiología médica no explica las circunstancias psicoemocionales individuales durante la aparición de una enfermedad en un sujeto particular. Este es el cometido del terapeuta holístico, que sin descartar el juicio médico, colabora con él para abordarlo en todas sus dimensiones.
El síntoma, la enfermedad, están ahí, no lo inventamos, no es voluntario, no se trata de si es primero el síntoma físico o si lo son las emociones o el pensamiento. Es algo que ocurre a la par, simultáneamente, porque no podemos dividir el complejo cuerpo-mente-espíritu del ser humano. Si se hace, es tan sólo para explicar las partes, pero el funcionamiento real ocurre siempre como un todo. Y como un todo hay que sanarlo.
El padecimiento físico es una expresión paralela e inseparable de lo que ocurre en otros planos. Serán probablemente las experiencias del presente las que disparen alarmas para que revisemos qué pasa. Entonces necesitaremos calmar el dolor, curar el problema, y no sólo a nivel físico. Será esencial reconocer las circunstancias que estamos viviendo en el momento que aparece la dolencia física, qué emociones sentimos, qué cosas nos vemos obligados a hacer y qué nos limita, a qué tenemos que renunciar o qué necesitamos cambiar, cómo repercute a las personas de nuestro entorno y qué sentimientos nos ayudarían a mejorar.
Todo lo anterior es un trabajo personal de autoconocimiento y toma de conciencia. Es habitual trabajarlo en los procesos de coaching salud con un enfoque holístico, consiguiendo más vitalidad y autonomía para mantener el bienestar.
Si sólo tapamos los síntomas con fármacos y/o hábitos que adormecen la conciencia sobre lo que nos está pasando, el remedio será temporal, pero puede que el dolor, el miedo, la ira, la pérdida, la culpa, la angustia o lo que nos duela por dentro, continúen ahí, impidiendo que sanemos completamente.
Si somos conscientes de lo que realmente nos duele, entonces podremos considerar que la enfermedad es un mensajero vital, un camino de vuelta a la salud.
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